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José Escobar Arronis y la Revolución romántica.






[Imagen: Napoleoraptor. TheRaf]


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La clave en los dos trabajos de Escobar que hemos comentado es la palabra "expresión": los escritores expresan sentimientos e ideología que plasman en sus textos, los cuales a su vez expresan ideología y sentimientos. Al inicio, citando a las auctoritates Bajtín y Medvedev, el autor hablaba de un "entorno ideológico". La verdad es que eso puede ser cualquier cosa y se puede leer de mil maneras: ¿entorno del texto, de los  autores, los lectores?, ¿ideología moral, política, literaria, de clase? Los textos, se nos dice, son expresión de ideología de clase, pero es imposible que Escobar creyera posible que los textos se escribieran solos. También da a entender que los textos expresan más cosas que una ideología de clase. La sensación, pese a que lo que se plantea es cierto, es de reducción, de esquematismo.

Desde el inicio nos hemos encontrado con el concepto de ideología, sobre el que tanto se ha escrito y discutido desde el siglo XVIII en adelante y que forma una parte importante del dispositivo teórico y filosófico de la tradición marxista. El término ha sido materia de trabajo sobre todo en la tradición que el historiador británico Perry Anderson llamó a finales de los años setenta el marxismo occidental, y a cuyo análisis dedicó varios libros. En esta tradición del "marxismo occidental" se insertan los trabajos de Escobar, dentro del campo del hispanismo, al menos los dos artículos comentados (la carrera universitaria de un individuo es muy larga y no es imposible que modificara sus elecciones teóricas en algún momento; ver en BVMC su página en "figuras del hispanismo":  José Escobar Arronis (1933-2008)).

Volviendo al artículo "Romanticismo y Revolución", el caso es que, prudentemente o por suponer que escribe para personas de su grupo sanguíneo, Escobar no expone qué entiende por "entorno ideológico" y pasa a citar al filósofo húngaro marxista G. Lukács: el texto (según la nota del mismo J. Escobar) del Prólogo de 1954 a La novela histórica (traducido por Manuel Sacristán), cuyas ideas se parecen al Lukács de El asalto a la razón (o "La destrucción de la razón", 1954).

La lectura de Lukács , finalmente, apuntaba al existencialismo y Heidegger,  como parte de un debate importante en torno a la toma de posición de los intelectuales tras la Segunda Guerra Mundial, debates en los que el mismo Manuel Sacristán, filósofo marxista español procedente del falangismo, se situaría.  (Este debate lo resume bien María Francisca Fernández en un texto sobre M. Sacristán, aquí, y ha sido estudiado también por los filósofos y sociólogos Francisco Vázquez García y José Luis Moreno Pestaña.)
Lukács pretende hacer de los románticos una forma de irracionalismo que llega, a través de Nietzsche, hasta Heidegger, para de esta forma insistir en la relación del "pastor del Ser" (Martin Heidegger) y elnazismo. Hay un inconsciente político en el texto de Lukács. Conociera o no José Escobar estos debates existencialismo-irracionalismo versus racionalismo-marxismo, intenta diversificar elromanticismo retomando la división de este en "reaccionario" versus "progresista", y no hay en el texto mención a su propio inconsciente político, ni el de los teóricos quecita: posteriormente aparecen citados (como explicamos en la entrada anterior) Balibar-Macherey, Althusser, Jameson y Ernst Bloch (todos dentro del marxismo occidental). Se trata de un despliegue de los textos teóricos fundamentales de aquella época en el campo del hispanismo de izquierdas.

¿Es importante conocer estos debates? Sí: para ver cómo ciegan algunas entradas al conocimiento del romanticismo histórico. Un horizonte teórico (o filosófico... ¡o ideológico!) ve unas cosas pero a veces tiene dificultades para verse a sí mismo.  Para ello se puede leer al mismo Jameson del texto citado por Escobar: "¡Historicemos siempre!", incluso a nosotros mismos. La construcción (o representación) presentada por Escobar está sobredeterminada (término de Freud, luego usado por Althusser y Bourdieu) por los debates del campo cultural europeo de la posguerra. Es decir: que dentro del estudio del Romanticismo de J. Escobar, había un elemento no considerado (o no mencionado) que, pese a ser productivo científicamente, limitaba el campo de visión.

La visión en macro  de Escobar sobre el Romanticismo nos sirve para ver un mapa cognitivo (Fredric Jameson dixit) del asunto, pero pasa como con todos los mapas: que no nos dicen demasiado de la realidad. Si uno no tiene un mapa, se perderá, es cierto, pero si solo se mira el mapa cuando se va caminando por una calle, nos daremos de morros contra la realidad, en forma de pared o semáforo. Piénsese lo que sucedería si solo se mira el mapa cuando se va por una escarpada montaña o una jungla tropical.

Podemos plantearle a J. Escobar lo siguiente: es posible que algún escritor romántico fuera un pequeño-burgués contradictorio y confundido, reaccionario o liberal, pero eso no significa que todos los pequeño-burgueses  sean contradictorios y confusos; tampoco todos los pequeño-burgueses eran escritores. Por otro lado, ¿cómo puede un escritor expresar la ideología en bloque de una formación social (tema hegeliano del escritor-médium)? Pensar eso sí es irracional. Segundo:  ¿qué "entorno ideológico" de una creación intelectual o artística no ha sufrido malestar con respecto a los problemas  -políticos, sociales, culturales- de su presente? Quizás la pregunta debería ser: ¿Qué distingue el "malestar" romántico (el "mal de siglo" o "aristocrático") de otros"malestares"anteriores? El de Durán y Lista es de signo ultracatólico. Hay, además que plantear otra cuestión importante, resultado de la entrada de las formaciones sociales europeas en el capitalismo clásico: ¿de qué forma influye la autonomización del mercado de los bienes simbólicos en el advenimiento de esa "gran revolución cultural"? Los jóvenes desplazados en busca de posición pueden ser una clave para comprender la rabia y la pasión política (del signo que sean). Es posible que J. Escobar se refiera a estas cuestiones en otros lugares, pero este brillante trabajo no es sino una victoria conceptual pírrica. 

La autonomización del campo literario y cultural está en proceso de constitución, si bien una figura como Larra revela independencia intelectual y creativa. Los cambios políticos y los pactos necesarios del mismo Larra -las ambigüedades literarias pueden entenderse como resultado de pactos de las redes- pueden ser razón de ese desencanto y desengaño visible en muchos de sus artículos, además de su vida personal, bastante complicada. El fracaso político y personal y las acusaciones de oportunismo político en los fallidos intentos de carrera política se traslucen, por ejemplo, en el famoso artículo "El día de difuntos de 1836. Fígaro en el cementerio", en el que Madrid es presentado como una ciudad habitada por muertos vivientes. Como explica el mismo Escobar en la pequeña biografía de Larra de la BVMC: "Larra se presentó a las elecciones como candidato ministerial en la provincia de Ávila, en cuya capital vivía Dolores. Con los manejos de la Secretaría del Gobierno Civil, llegó a ser elegido, pero el Motín de la Granja del 12 de agosto le impidió disfrutar de la victoria y se le vino todo abajo. A la rebelión le sucede la transigencia y la melancolía. La melancolía lleva al retraimiento. Escribe poco, pero entre los últimos artículos de su producción periodística se hallan quizá los más extraordinarios, los más desesperados: "El día de difuntos de 1836. Fígaro en el cementerio", "La Noche buena de 1836. Yo y mi criado. Delirio filosófico", "Necrología. Exequias del conde de Campo Alange", las críticas de la antología Horas de invierno y del drama de Juan Ignacio de Hartzenbusch, Los amantes de Teruel."

Un trabajo del hispanista anglosajón Russell P. Sebold (nacido en 1928) titulado "Cadalso y Larra: una inseguridad romántica en dos tiempos" (1993), pese a su simplicidad teórica y su insistencia en la novela familiar (el tema familiarista del huérfano), posibilita comprender la relación entre el origen social, las elecciones personales y la escritura de los dos escritores. Comentaremos las fallas y aciertos de este interesante trabajo en otra entrada.


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