Finley, Moses I. (2000).
Politics in the Ancient World, Cambridge: Cambridge University Press. [Reimpresión de la primera
edic. 1983] En español: El nacimiento de la política, Crítica, 1986.
Preliminares, pero breves
[las notas son evitables]
De esta obra destacan, sobre
todo, las lecciones sobre cómo pensar la historia, la literatura antigua,
Grecia y Roma y cómo pensarlas políticamente; segundo, reflexiones sobre la
política en general, que nunca es abstracta y siempre sucede como stasis,
es decir, como tensión o conflicto (que puede llevar a conflicto abierto).
Tercero, que en Grecia y Roma esos conflictos no lo son de ideas o visiones del
mundo, sino de intereses económicos o haberes.
Hay toda una carrera
académica metida en esta obra, escrita por un catedrático de 71 años muy
reconocido internacionalmente y en la forma de tratar los excesos ideológicos y
errores de lectura de colegas (“nonsense” dice de alguno) se nota la seguridad
en sus planteamientos y en la fuerza de su palabra: algo que sucede a tantos
catedráticos mayores, que además parecen decir que están cansados de repetir lo
mismo y que nadie los entienda.
Que yo sepa, no hay en Politics
in the Ancient World discusión con Jean-Pierre Vernant (1914-2007) o Pierre
Vidal-Naquet (1930-2006) o Geoffrey de Ste. Croix (1910-2000) (en 1981 aparecía The
Class Struggle in the Ancient Greek World: From the Archaic Age to the Arab
Conquests y de 1972 era The Origins of the Peloponnesian War). A mí me parece extraño, a
otro puede no parecerle.
M. I. Finley (1912-1986) fue
expulsado de la universidad en 1952 durante la caza de brujas del macarthismo.
Pero él no parece haber invocado el nombre de ningún profeta político o haber
defendido ideas radicales con espíritu de campanario. Plantear por qué es
especular [nota evitable 1].
En Politics in the
Ancient World se explica que en la democracia ateniense no había partidos
políticos, ni idearios o ideologías políticas sistemáticas mezcladas o
empapadas de profecías más o menos científicas y-o más o menos utópicas.
Tampoco las luchas políticas se ocultaban bajo entidades abstractas o nombres
como “la revolución proletaria”, “la patria”, “el mercado” o “el liberalismo”,
“el anarquismo”, “la raza”. Los griegos no luchaban por “la libertad”, sino por
libertades puntuales en situaciones concretas. En Roma siempre estuvieron en
control los nóbiles, frente a la plebs.
(Una salvedad: “los griegos”
es un palabro engañoso. Como dice Finley, solo podemos reconstruir (y de forma
bastante incompleta) Atenas y Esparta (y Roma), aunque hubiera casos similares
en otras ciudades. Para evitar confusiones, se dirá: atenienses, espartanos,
demócratas griegos, filoespartanos.)
Está claro que Finley no
romantiza la democracia ateniense y que su libro no es un canto a una edad
dorada de la política o un ropaje de un ideario oculto o un ataque a nada. La
democracia ateniense no es la verdad revelada ni Finley su profeta [nota 2].
[1] Para informarse
de todo esto no hace falta irse lejos: http://es.wikipedia.org/wiki/Moses_I._Finley.
En esta página y en la inglesa (mejor) se nos cuenta que fue influenciado los
frankfurtianos que andaban emigrados por Estados Unidos, pero no se nos dice
quién. (Así que no se nos informa tanto.)
¿Cuántos profesores
sospechosos fueron purgados en el macarthismo? Diez o quince años después, en
el contexto de la guerra de Vietnam, no se expulsará a nadie, y a partir de
entonces las universidades se llenarán de radicales más o menos frankfurtianos,
pero esta vez más en plan Marcuse-gurú y marcuses más o menos serios. El
caso es que, una vez más, suena el Chomsky que decía que en USA el único sitio
donde se piensa radicalmente es la universidad, lo cual no sé si es preocupante
(a lo mejor lo preocupante es pensar algo así), comparado con lo que sucede
extramuros (es curioso: debieron de darse cuenta de que el comportamiento macartítico
tenía un efecto contrario, algo que no vieron en la URSS, quizás por religión
totalitaria.) Está la cuestión de los Civil Rights y la Guerra Fría. Y
el Western Marxism de Mr. Anderson y el fracaso final y desaparición del
marxismo y el paso a los identity, foucaultianos, etc. Sin embargo,
¿hablar de marxismo, de política, de liberalismo es contar qué se hace en las
universidades? ¿Es todo una cuestión de dinámica de grupos políticos de
estudiosos? (Reflexionar sobre todo esto es complicado: mejor no explicar algo
que explicarlo mal.)
[2] Por cierto que a
los Tucídides, Polibios, Cicerones, Titos Livios, Platones, Aristotéleses no
los tiene en excesiva estima. Tampoco habla de Martin Heidegger y de su
escamoteo del ser-no-ser-griego, ni de Hannah Arendt o Cornelius Castoriadis y
no tiene por qué. No se interprete esto como un desprecio suyo o de un
servidor: reconózcase que Tito Livio no es Tucídides, ni Heidegger es tan
interesante como Arendt o Castoriadis, pero nótese la actitud de Finley, con
sus virtudes y sus límites. No se puede ser perfecto, leer de todo (ars
longa vita brevis) y él no escribe summas. La suya es la mentalidad
del historiador que no quiere perderse en las ramas de la especulación teórica.
Los hay que pueden perderse y no quieren y los hay que pueden pero no quieren
perderse. Otra cosa es preguntarse si los preliminares teóricos o las
especulaciones sirven para algo -mi opinión es que deberian ser lo que son,
apéndices. Finley, creo, piensa que la teoría puede ser útil para el presente o
el futuro, pero no para el análisis y la comprensión del pasado. Y sin pasarse.
(Tampoco se trata de encontrar y fundamentar esta cadena: “la política es la
clave de todo, todo se explica por la política, mi libro tiene que tener
respuesta (política) sobre todas las propuestas (políticas) de la política
antigua.”)
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