Leviatán teje un misterio lleno de trampas,
planteando la imposibilidad de hacer una única interpretación sobre la
transformación de Ben desde la literatura comprometida y el periodismo crítico
al activismo ponedor de bombas. Ni siquiera hay un proceso lineal, aunque la
misma novela sea el intento de reconstrucción de varias biografías entrelazadas:
Capítulo 3 y llegada
de Reagan al poder en USA. Benjamin Sachs, dedicado a escribir artículos de
crítica cultural, ve su posición en el campo cultural amenazada: pierde
atención del público y, poco a poco, la seguridad en sí mismo, la energía. Se
le descargan las pilas, diría Randall Collins. "Es difícil calcular la medida exacta de la
decepción de Sachs", comenta Peter Aaron, el cronista, quien intenta reactivarlo,
insertarlo de nuevo en la red, hacerle "recobrar su autoestima" ante los lamentos de aquel: "Toda mi vida ha sido un desperdicio, una estúpida
bromita, una lamentable cadena de pequeños fracasos", etc.; Peter le
consigue de una editora una reedición de artículos (había dejado la literatura
de ficción desde su relativamente exitosa novela). A la sensación de fracaso contribuye el hecho de que la novela que había escrito iba a ser llevada al cine pero al final la cosa no salió.
Poco después, sucede
el accidente, al que se le dedica bastante atención: sucede durante una escena
de coqueteo en una fiesta con la artista Maria Turner. Es la caída del balcón,
el salto al vacío. El cambio vital se relaciona con el accidente, pero esta interpretación solo es una más de las posibles, como se verá.
Uno de los primeros
efectos del accidente es la separación matrimonial: Ben decide romper con Fanny
y recluirse en una cabaña en los bosques (imagen de la expulsión del campo),
donde una vida monacal, como de ermitaño, e intenta escribir una novela. Pero
justo cuando estaba planteándose la posibilidad de la literatura como forma de
vida sucede la muerte estúpida de dos hombres, a uno de los cuales mata él
mismo; es una escena absurda.
Tras la muerte y el
asesinato, resulta que el terrorista (al que mató, en defensa propia) es marido
de Lillian, la prostituta amiga de Maria Turner. Decide ayudarla (darle parte
del dinero que había en el coche del muerto-terrorista). Viaja a Berkeley, donde
vive la susdicha. Y, claro, se lían, a pesar de que Lillian, muy hermosa, sin
embargo era "una ignorante, una descerebrada mezcla de manías e ideas incompletas".
Ben establece una tierna relación de amistad paternal con la hija de Lillian,
falta de padre. Durante su estancia, entra en contacto con el trabajo del
exmarido de Lillian (Dimaggio). Descubre que su tesis doctoral, sobre el
anarquista Alexander Berkman, y queda fascinado, porque comprende cómo se hizo
terrorista; el tal Dimaggio combatió en Vietnam y la experiencia le transformó
en el mismo sentido que no combatir y sufrir cárcel por ello (insumisión)
transformó a Ben: "Ambos nos habíamos hecho escritores, ambos sabíamos que
eran necesarios cambios fundamentales, pero mientras que yo empecé a perder el
norte, a titubear con artículos estúpidos y pretensiones literarias, Dimaggio
continuó desarrollándose, continuó avanzando, y al final tuvo suficiente valor
como para poner a prueba sus ideas. No es que yo crea que poner bombas en
campamentos madereros sea una buena idea, pero le envidié por haber tenido los
cojones de actuar. Yo nunca había movido un dedo por nada. Me había quedado
sentado gruñendo y protestando durante los últimos quince años, pero a pesar de
mi moralina y mi postura combativa nunca me había puesto en peligro. Yo era un
hipócrita y Dimaggio no, y cuando pensaba en mi mismo en comparación con él me
sentía avergonzado."
Decide escribir un
libro sobre Dimaggio. Hasta aquí, se puede comprender: expulsión de la red,
desencanto, pérdida de reconocimiento, depresión y creación de otro proyecto
como forma de reactivación.
Pero un día entra en
una librería de viejo en Berkeley (paseando, elude a un conocido de Nueva York
ocultándose en la librería). "Resultó ser una librería de viejo, un local
grande de techos altos con seis o siete habitaciones. Fui hasta el fondo y me
escondí detrás de unas estanterías altas, mientras mi corazón latía con fuerza
y yo intentaba dominarme. Había una montaña de libros delante de mí, millones
de palabras apiladas unas sobre otras, todo un universo de literatura
desechada, los libros que ya nadie quería, que habían sido vendidos, que habían
sobrevivido a su utilidad. No me di cuenta al principio, pero casualmente
estaba en la sección de narrativa norteamericana, y justo allí, a la altura de
mis ojos, lo primero que vi cuando empecé a mirar los títulos fue un ejemplar
de El nuevo coloso [novela histórica], mi pequeña
contribución a aquel cementerio. Era una coincidencia asombrosa, algo que me
impresionó tanto que pensé que tenía que ser un presagio." Vio su foto en
la solapa: "el retrato del artista cuando era un joven retrasado
mental".
Y decide, en una
especie de epifanía, decantarse por el activismo de bombas: "El proceso
debió de durar cerca de una hora, pero una vez que la idea se apoderó de mí, no
pude dejar de pensar en ello. La Estatua de la Libertad, ¿recuerdas? Ese
extraño distorsionado dibujo de la Estatua de la Libertad. Así fue como empezó,
y cuando comprendí lo que iba a hacer, el resto vino por añadidura, todo el
disparatado plan encajó." Sufre una conversión de tipo religioso: "Toda la amargura y el sufrimiento del
último mes se derritió en mi corazón. Ya no estaba embrujado. Me sentí
inspirado, vigorizado, limpio. Casi como un hombre que ha encontrado la
religión. Como un hombre que ha oído la llamada. El tema inacabado de mi vida
había dejado de importar repentinamente. Estaba listo para adentrarme en el
desierto y predicar la palabra, listo para empezar de nuevo."
Empieza a vivir
"en movimiento constante, la tensión de estar siempre fingiendo ser otra
persona, la soledad". Se vuelve una especie de héroe anónimo (Peter lo
explica por el "poder del símbolo", en 1989, Peter lo ve en la
televisión en China-Tiananmen).
Todo esto lo ha
contado a Peter, y aquí empiezan las ironías: "Era necesario contar la
historia, y mejor a ti que a ningún otro". Ironía. La literatura no es
importante pero lo es. Si no existiera, no sabríamos de la existencia de Ben,
del sufrimiento, de las bombas, del compromiso.
No sabríamos que,
quizás, la obsesión por la Estatua de la Libertad se retrotrae a un momento de
la infancia: la Estatua de la libertad es un momento crucial, casi una escena
originaria, en la infancia de Ben: una visita con su madre, en la que esta entra
en pánico. Y la novela de Sachs también está llena de alusiones a la misma.
Además, la noche en que Ben Sachs se cae del balcón, Fanny y Peter hablan de
aquella visita de Sachs con su madre a la Estatua: "No quiero darle
demasiada importancia, pero justo unos momentos antes de que Ben se cayese, la
conversación nos llevó a la historia que él y su madre nos habían contado
acerca de su visita a la Estatua de la Libertad en 1951. Dadas las
circunstancias, era natural que la historia saliese a relucir, pero de todas
formas fue horrible, porque nada más reírnos de la idea de caerse por la
Estatua de la Libertad, Ben se cayó desde la escalera de incendios. Un instante
después Maria y Agnes empezaron a gritar. Era como si el haber anunciado la
palabra caída hubiese precipitado una caída real, y aunque no existiese ninguna
relación entre los dos sucesos, todavía siento náuseas cada vez que pienso en
lo sucedido."
Dimaggio podría ser
un infiltrado de la CIA, pero eso da
igual. La Estatua podría estar relacionada con su madre, pero también esto da
igual. Lo importante es el papel de la novela como catalizador de la vida, con
transformador de la vida en relato de relatos de la vida. La literatura no
tiene sentido, pero sin ella no sabríamos que no tiene sentido.
Puede plantearse que la novela describe los efectos del fracaso en el campo literario, pero Ben sigue siendo portador de la visión del campo. Sin embargo, en
ningún momento Benjamin suelta un discurso político. Todo esto está fuera: no
hay política, no hay partidos, no hay presencia ninguna del campo político. Leviatán, en alusión a Hobbes, es un texto
tramposo. ¿Y el monstruo? El fantasma de
la libertad. La contradicción entre la apertura absoluta y la nada que ello
implica, cuando la vida personal está sometida al caos de encuentros y situaciones. El no saber realmente cómo vivir, la mentira fundamental de un país
que tiene como símbolo la Libertad y guerras terribles a sus espaldas (Vietnam,
Irak). Benjamin es un gran fracasado, un gran jugador, imagen de sueño y
pesadilla, pero no existiría sin Peter Aaron, sin Paul Auster. Leviatán es una novela sobre el campo
literario y sus visiones del mundo. Ése es su sentido. ¿Hasta qué punto puede
con ella identificarse alguien que no sea escritor o tenga pretensiones
artísticas?
Fredric
Jameson planteó que en el postmodernismo se había producido una profunda
modificación de la esfera pública, la emergencia de un nuevo reino de imagen realidad que es a la vez ficcional (narrativa) y factual, un reino semiautónomo que flota sobre la realidad, con la diferencia de que antes la realidad existía a parte de esa "esfera de la cultura", y ahora no: todo es cultural. La identificación analógica o metafórica se certifica como realidad "literal". Ése es el papel de la literatura hoy: la constitución de almas (especiales-artísticas). Leviatán es y no
es capaz de ver esto. Ambigüedad absoluta. Compromiso y literatura o realidad
como literatura. Es necesario aprender a vivir en esa ambigüedad total.
O quizás, aunque todo lo anterior sea cierto, quizás Leviatán es más una novela sobre el fracaso literario a dos niveles: la expulsión del campo y el desencanto por la literatura, al mismo tiempo que se homenajea su potencial narrador de la realidad aparentemente caótica y sin sentido en la que vivimos. ¿Por qué escribió Paul Auster esta novela? Es posible que Auster tense la reflexividad y el distanciamiento en un momento importante de consagración profesional, para aprender a vivir en la ambigüedad total de la creación artística. Es posible, aunque, como dice Ben Sachs, "ya es bantante difícil seguir la pista de uno mismo".
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