La película de Havel Odcházení: la sorprendentemente efectiva y profunda disculpa del expresidente.[1]
Jan Čulík
Nota: Odcházení (en inglés Leaving, en español A punto de salir o Saliendo) es el título de una obra de teatro de Václav Havel (2007, estrenada en el Teatro Archa el 22 de mayo del 2008). Ha sido llevada al cine (2011) por el mismo Havel.
De la misma forma que hace tres años quedé decepcionado con la versión impresa de la obra de Havel Odcházení, que me pareció anticuada, banal y sin originalidad, ahora me ha sorprendido agradablemente su debut cinematográfico, filmado precisamente a partir de esta obra de teatro. En el proyecto claramente se trabajó de forma intensa ya desde el principio de la obra y a pesar del escepticismo inicial de algunos periodistas – escribiendo que a Václav Havel le había dado por hacer una versión fílmica de esta obra relativamente fallida – salió una película verdaderamente muy buena. Una pieza de papel en principio banal se transformó en un auténtico testimonio humano surgido de la enorme desilusión de Havel al ver en qué se ha convertido su país después de veinte años. La versión fílmica de Odcházení está sólidamente anclada en el presente de Chequia y será considerada principalmente como un testimonio deprimente de la realidad checa, al mismo tiempo que su estructura insinúa que Havel tantea – en mi opinión exitosamente – los excesos humanos en general. Se trata de un estudio de la mentalidad humana contemporánea, la cual no tiene nada de linda.
Me gustaría saber cuáles serán las reacciones a la película de Havel en el extranjero. No deben ser demasiado favorables, ya que la película de Havel Odcházení nace de la frustración por la situación sociopolítica contemporánea en Chequia y sobre eso nadie en el Oeste tiene ni idea. Esta película es inmensamente checa y se ocupa de una problemática checa. Como se sabe, en el Oeste se enchufan principalmente las películas de la República Checa que resuenan de alguna forma con una problemática humana general o con algún tema global de peso (así por ejemplo la película de Najbrt Protektor registró un éxito internacional sorprendentemente importante no forzosamente porque sea una buena película, que lo es, sino porque es una película sobre el holocausto y eso es algo que los espectadores internacionales entienden).
Los motivos principales de la película Odcházení son la pretenciosidad, la vanidad y el miedo.
Miedo a perder el poder y los bienes. Es posible que todos los personajes de esta tragedia de Havel sean unos completos egoístas, personas únicamente obsesionadas consigo mismas.
En la primera parte la película se centra en la descripción del personaje y mentalidad de Vilém Rieger (Josef Abrhám), canciller saliente de un cercano país semiautoritario del que no se nos dice el nombre. Rieger está muy pagado de sí mismo, de su propia importancia, de su pasada carrera de “estadista”; recuerda su “señalado” encuentro con Tony Blair y con otros líderes mundiales. Vive en una lujosa mansión a la que se ha incorporado (en la película no lo vemos) un jardín de cerezos[2] (las referencias intertextuales a Chéjov y al Rey Lear de Shakespeare son en la película frecuentes y creo que han sido incluidas con mucha más efectividad de lo que lo fueron en la obra original impresa).
El ambiente de la “alta política” descrita en esta película fue desagradable (hasta lo físico) y auténtico. El ambiente de la película de Havel y el omnipresente miedo me recordó muy desagradablemente, aunque muy auténticamente, la atmósfera en los ministerios checos y en las administraciones de gobierno, donde los funcionarios temen asomar la cabeza por encima del antepecho y atraer la atención hacia sí: así nadie hace nada y todos se ocultan tras las normas. Domina una atmósfera de cautela e inmovilidad. Cualquier iniciativa es peligrosa. Desarrollarse es posible solo en privado, si encontramos aliados de clan, comenzamos a formar una mafia que después presionará inteligentemente a otra mafia y eventualmente apoyamos los intereses lobbistas de sus parientes, los cuales luego por lo mismo han de remunerarnos.
Domina en la escena una atmósfera de filigrana que llega al lujoso art nouveau, con toda la porcelana antigua, piezas y regalos a Rieger de diferentes políticos del mundo. Al mismo tiempo nos encontramos en la situación en que el presente se muda al pasado y es evidente que los presentes se enfrentan a una marcha obligada. Todos los personajes están concebidos como caricaturas grotescas y juegan asimismo exactamente igual que cómicas marionetas de madera. Esto funciona a la perfección: la caricaturización de los personajes en su maderaje funciona.
La compañera de Rieger es su “amiga de tantos años” (es sintomático que no su mujer, lo que señala el egoísmo de Rieger) Irena (Dagmar Veškrnová), y la amiga de ella es Mónica (Eva Holubová); está presente también la anciana madre de Rieger (Vlasta Chramostová). Entre los otros personajes se encuentra el criado Osvald (Stanislav Zindulka), el administrador del inventario de la mansión Hanus (Jiří Lábus) y sobre todo el servicial y adulador secretario, Viktor (Oldřich Kaiser). La joven hija de Rieger, Zuzana (Ivana Uhlířová) vive absolutamente en su mundo privado de chateo en internet, teléfono móvil y reproductor de mp3. La hija mayor de Rieger, Vlasta (Taťána Vilhelmová) con su grotesco, silencioso y albino esposo Albín (Jan Budař) habita un mundo todavía más egoísta, materialista y acude a la mansión de su padre únicamente para intentar obligarle a que escriba su testamento y legar a su parentela todas sus propiedades. Ambas chicas, como todos los demás en la película, son la encarnación de un absoluto egocentrismo que roza la deshumanización. Lo único que les importa a todos los personajes es ellos mismos, los bienes y el poder.
El ambiente art nouveau con la porcelana de filigrana, donde los personajes viven en un lujo soleado alrededor del otrora canciller Rieger, debería ser confortable. No lo es: en los rostros de todos los personajes se refleja el miedo. Miedo a perderlo todo por poseer algo. La película de Havel constituye un elocuente testimonio de en qué tipo de trampa viven al parecer las personas ricas e influyentes. El miedo no les deja dormir. Son esclavos de su poder y sus propiedades. Me recordó la estrofa de cuatro versos de la canción olvidada de Jaroslav Hutka: «Sujeta el plato, debe tener miedo. Yo tengo las manos libres, puedo bracear.» La película de Havel Odcházení prueba que libre es solo aquel que no está atado al poder y las influencias, que no tiene que esforzarse en medrar ni debe intrigar continuamente temiendo que alguien le haga perder el poder y la influencia.
Sucede casi como en el anterior régimen comunista: la comedia clásica de Podskalský Bílá paní, 1965[3], excelente análisis sociológico del funcionamiento del régimen totalitario comunista ejemplificado en una ciudad de provincias, apuntaba que los funcionarios comunistas no hacían otra cosa que defender pasivamente su propio poder. Malgastaban su energía en continuos desvelos y suspicacias, siempre en guardia en el temor de que alguien les fuera a arrebatar el poder. La ciudad era descuidada porque los funcionarios, en vez de velar por ella, vigilaban a su enemigo.
Similares alusiones se encuentran en la película de Havel Odcházení. Václav Havel escribió una vez un estudio titulado Anatomía del gag [Anatomie gagu], en el que analizaba el nacimiento y mecanismo de estos medios de expresión de las comedias. Claramente en recuerdo del mismo la versión fílmica de Odcházení contiene también algunos gags típicos de Havel bastante logrados. Uno de ellos setá localizado en los colores de la piedra pintada en la escalera situada frente a la mansión de Rieger: todos, y en particular la trotona servidumbre, tropiezan siempre en este “objeto artístico”. Igual que en Vernissage [Vernisáž, 1975] los artefactos artísticos colocados en un lugar estratégico sirven para enfatizar la fortuna y la arrogancia del ambiente dibujado.
Sin embargo, este ambiente, con todo su lujo, es también descuidado. El único acceso a la mansión es un sendero alrededor de la casita del administrador, sólo que en el sendero hay un profundo charco que difícilmente pueden sortear tanto los que vienen como los que se van y que, de hecho, acaban por pisar algunos. El principio de que en un ambiente existen diferentes obstáculos que sería fácil eliminar pero que nadie elimina y por el que todos trabajosamente pasan o rodean, algo que a mí siempre me ha parecido durante el comunismo una característica del régimen, es asimismo una característica típica de Havel, característica que ha sobrevivido. En la película Odcházení señala que los protagonistas tienen las manos tan ocupadas en la preservación de su poder que no tienen tiempo para borrar de sus vidas aquellos menudos obstáculos que amargan la vida a las personas.
La película de Havel Odcházení es un testamento incluso desde todos los puntos de vista, porque intertextualmente alude no sólo a Chéjov y a Shakespeare, sino también a los numerosos procedimientos usados por Havel en las obras de los últimos diez años; característica de su obra anterior es por ejemplo la rápida secuencia de montaje en la que los personajes rápidamente repiten uno detrás de otro las declaraciones de otras personas, proferidas en otro lugar del drama: la secuencia señala que la identidad de la personalidad es fácilmente cambiable. Otrora en los años sesenta, la representación en el teatro Na Zábradlí de Zahradní slavnosti [The Garden Party, 1963] de Havel fue introducida irónicamente con los toques de trompeta de la Libuše de Smetana – quizás la ópera checa más nacionalista – distorsionados[4]; la grabación disidente Audience, con Havel y Landovský, en los años setenta, fue introducida irónicamente con el aria de la La novia vendida, “¿Por qué no regocijarnos?”; la película Odcházení ironiza sobre el Himno a la alegría de Beethoven.
La original exposición estática de personajes grotescos, macabros, angustiados por el miedo a perder lo que tienen, rápidamente se alivia. La escena cambia. Se muestra que el miedo y la angustia de los miembros de la casa de Rieger se ha arreglado. El principal representante del poder del nuevo régimen es un crítico de Rieger, el nuevo vicepresidente Vlastimil Klein[5] (Jaroslav Dušek), un mafioso fraudulento y especulador nuevo rico (camisas de colores, pantalones amarillos, un absoluto plebeyo y agresivo “empresario” seguro de sus métodos), cuya dudosa compra de mansiones lujosas fue criticada públicamente por Rieger (en funciones). Klein chantajea a Rieger: si no actúa contra el nuevo equipo de gobierno con un “amable” gesto público, será relevado de sus funciones, lo que termina por suceder. La constelación de poder cambia rápidamente, lo que conduce a que el secretario de Rieger, Viktor, comience a servir a Klein y a dar saltitos a su alrededor, en lugar de a Rieger, y a que la joven admiradora de los poderosos, Bea, la cual había acudido al principio a Rieger para conseguir un autógrafo en su libro de discursos y se había dejado acariciar por él, cambie sus preferencias por el advenedizo Klein una vez que aquél ha perdido el poder.
En la película no faltan ni siquiera unos periodistas grotescos. Repetidamente aparecen los primitivos Jack (Jiří Macháček) y su intrusivo fotógrafo Bob (Stanislav Milota). Un torpe Macháček, con un brazo escayolado, no es capaz durante las entrevistas de formular a Rieger las preguntas en su sitio y las lee del papel entrecortadamente. El contenido de la entrevista no importa, porque las entrevistas, publicadas posteriormente en el periódico sensacionalista Fuj[6], se dedican exclusivamente a temas eróticos (en general inventados), que hacen de Rieger un escándalo de acuerdo con las instrucciones de los aliados empresariales de Klein, propietarios del diario Fuj. La imprenta publica por motivos comerciales únicamente materiales espinosos, o es usada por los poderosos con fines manipuladores.
Este mundo grotesco que nos presenta Havel produce una impresión enormemente deprimente. No hay absolutamente nadie decente y humano. Los individuos sólo se arrastran o aprovechan flagrantemente la primera oportunidad que encuentran para amasar sin escrúpulos propiedades y poder y para esclavizar a otros. Nada le importa a nadie. Rieger finalmente se rinde a la oposición de Klein: tras toda una noche de interrogatorios en la policía secreta accede a hacer asesor al asesor de Klein. Lo que por supuesto no le salva del deshaucio de la mansión. La victoria del poder necesita, igual que durante el régimen totalitario, que todos se le sometan públicamente. Klein necesita que Rieger confiese su derrota públicamente.
Las frases políticas son irrelevantes. Rieger charlotea repetidamente que “nuestro país debe ser un lugar seguro”, “en el centro de la política debe estar el hombre” y “el ciudadano no existe para el Estado, sino el Estado para el ciudadano”. En la película hay claras indicaciones de que el régimen liderado por Rieger era empresarialmente salvaje, sin escrúpulos y semi-totalitario. Klein repite las mismas hermosas palabras: no tienen significado. Planea convertir la mansión de Rieger y el jardín de los cerezos un centro comercial con cines, restaurantes y un burdel.
¿Por qué planteo que esta película constituye una profunda disculpa de Havel a sus conciudadanos? La película termina con un gag que lo dice todo. En la conclusión del film, del laguito frente a la mansión emerge inesperadamente de su superficie el mismísmo Václav Havel trajeado y, totalmente empapado, con los cabellos y la cara mojados, se dirige a los espectadores: «Gracias por apagar los teléfonos móviles. (Pausa) La verdad y el amor vencerán sobre la mentira y el odio. (Pausa) Ahora pueden encender otra vez sus teléfonos móviles»[7] (porque la película ha terminado). El extrañamiento brechtiano en el espacio del drama, igual que la obra irónica con un aviso comercial corriente en los cines de hoy en día y su contraste con la frase otrora romántica e idealista de Havel, realmente impresiona.
Y se trata de una verdadera disculpa. Con el uso irónico de su frase (hoy con frecuencia citada burlonamente) de la época de la revolución democrática de noviembre de 1989 Havel confiesa: He sido un tonto ingenuo. Pensaba que iba a conducir a mi país a la libertad. Subestimé e ignoré cómo y con qué profundidad la naturaleza humana es capaz de estropearlo todo, si se le ofrece la ocasión. No sabía que lo único que le importa a la gente es tener y poder. Al menos a aquellos con los que me he ido encontrando en las altas esferas. Lo que hemos hecho de este país en veinte años es atroz. Perdonadme, lo siento profundamente, no sabía que iba a terminar así.
Es un testamento verdaderamente trágico.
[1] „Havlovo filmové Odcházení: Překvapivě účinná a hluboká omluva od bývalého prezidenta“, en Britské Listy, 2.4.2011 <http://blisty.cz/art/58040.html>, por Jan Čulík (Praga, 1952), profesor en la Universidad de Glasgow, Jan.Culik@glasgow.ac.uk. Ver
Traducción de José Luis Bellón Aguilera (con permiso del autor).
Traducción de José Luis Bellón Aguilera (con permiso del autor).
[2] El jardín de los cerezos (Vishniovïy sad, 1904) es una obra de teatro de Antón Chéjov, sobre una familia aristocrática rusa en declive financiero.
[3] La “dama de blanco” (es un espectro).
[4] Libuše es una ópera compuesta en 1871 por el músico checo Bedřich Smetana y estrenada en 1881. Hay un estilo wagneriano claro. Libuše es una figura ancestral de la mitología eslava, apropiada por los nacionalistas checos para explicar míticamente el origen de la nación checa. Véase (como por ejemplo) su significado social en este marcial video, “Fanfáry z opery Libuše”, en <http://www.youtube.com/watch?v=9SuLcVzHPh0>.
[5] Quizás el nombre es eco del actual presidente Václav Klaus, el lado o doble oscuro de Havel (Žižek lo llama el “doble pragmático de Havel”, ver <http://www.lrb.co.uk/v21/n21/slavoj-zizek/attempts-to-escape-the-logic-of-capitalism>.
[6] Lit. fuj es “caca”, o interjecc. (p. ej. a los niños) o fam. “¡qué asco!”. Una traducción aproximada sería: El Caca, o ¡Qué asco!, o Diario Caca.
[7] El lema del escudo checo es “Pravda vítězí”, “la verdad vence”; y el himno nacional: “Kde domov můj?”, “¿dónde está mi casa?” (lo digo por la mansión de la película).
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