Čestmír Císař, Člověk a politik (Praga 1997)
[fragmento]
«La atracción magnética de la atmósfera de la época nos dio una forma adecuada a como nos necesitaba. Y nosotros ansiábamos transformar completamente esa época según nuestros sueños y aspiraciones. La generación joven de hoy y parte incluso de la anterior mira la época de los comienzos del socialismo con un asombro y perplejidad confundidos. Se pregunta cómo pudimos confiar tan firmemente y trabajar con tal entusiasmo para, finalmente, ser derrotados por la presión totalitaria. […]
»Formábamos una generación que alcanzó la madurez en el momento de una de las revoluciones históricas más importantes, preparada por la generación de nuestros padres y abuelos. Fuimos ganados por su grandeza, porque abría un horizonte que prometía cumplir nuestras aspiraciones vitales. Por el ideal de la democracia y el socialismo sacrificamos luego todas las fuerzas. […]
»En mi fe de carbonero no fui capaz de ver que una de las principales causas del comportamiento sectario de parte de los comunistas no es solo la falta de educación, sino únicamente un sistema que coloca al partido y a los comunistas por encima de toda la sociedad. […]
»Los líderes del partido, inspirados por el ejemplo estalinista, comenzaron por considerar la ideología del marxismo-leninismo como “estatal”, aunque la mayor parte de la nación no la profesaba. Estatal podía ser la política, no sin embargo las cabezas, la opinión mundial, las personas seguras de sus ideas. Nuestra propaganda podía hacer que las cabezas de los miembros del partido se atiborraran de tesis y teoremas marxistas, pero no tenía fuerza para llegar a toda la sociedad y unificar todos los cerebros. La ideología, arrastrada hacia la sociedad “desde afuera”, volcada por la fuerza sobre las ideas comunes y hábitos y en confrontación con ellos, no podía tener un éxito absoluto.»
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