En un tono
conversacional y didáctico, R. Sennett se esfuerza por explicar planteamientos
que ya demostró en otras obras, como La corrosión del carácter. Las
consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo (2000 [1998]) o
Authority (1993). Es el carácter del evento: las conferencias de Yale en 2004,
ofrecidas por la prestigiosa universidad a aquellos que han destacado en su
campo para que hablen de su obra de toda una vida.
Tres propuestas plantea R. Sennett frente a la dominación del capitalismo flexible: el relato, la utilidad y el espíritu artesanal. Una reconfiguración de los sindicatos de forma que estén presentes en las vidas de los trabajadores flexibilizados y precarios, proporcionándoles ayuda y una forma de dar sentido a sus vidas fragmentadas. Una especie de salario a aquellos que hacen un trabajo que el capitalismo flexible está marginando: el cuidado de los enfermos, ancianos y niños. Proporcionar un relato, una forma de organizar el tiempo de la vida personal.
Hay algo que está muy claro: el nuevo capitalismo es inevitable, al menos por el momento. Ese es el mensaje del autor. Sus propuestas son interesantes, lúcidas, buenas, bienintencionadas. Laureado y premiado, resulta una ironía que los mismos que le galardonaron en el año 2008 (el premio de la fundación Gerda Henkel en Düsseldorf, dotado con €100,000) quizá imaginaban o veían el tsunami que ha arrasado el mundo. Sé que esta última frase es algo cómica, no lo sé; a lo mejor tiene demasiada mala leche.
La obra es extremadamente útil introducción a los neófitos en las transformaciones del capitalismo en el siglo XX. El autor es prudente y cauteloso, e incluso en un momento - página 80 - argumenta que aquellos que trabajan en sweatshops en el tercer mundo no pueden ser calificados únicamente como víctimas: quizás se arrepienta de esta frase si se ha enterado de la tragedia en Bangladesh. Pero es injusto juzgar a un autor únicamente por una frase. Las conferencias son interesantes, profundas. De nuevo, sin embargo, el que esto escribe no puede dejar de pensar que para R. Sennett el mundo es como el mundo en el que R. Sennett vive. No es así. Además la crisis actual destruye gran parte de los planteamientos: el régimen de dominación amorfa no era suficiente para el capitalismo de casino: había que desmontar lo que quedaba Estado. ¿Podía imaginarse lo que se venía encima?
No sé cual es su posición ante lo que está pasando. No parece muy contento, según comentaba en una entrevista reciente [aquí] sobre su libro de artesanía (con reflexiones sobre el corazón y la mano, que recuerdan a la película Metropolis, a su maestra H. Arendt). El nuevo capitalismo, dijo, "es hostil a la vida", pero afirma que no se puede volver atrás, ni al capitalismo burocrático del pasado. Según comenta, él mismo quiere volver a tocar el violoncelo.
Tres propuestas plantea R. Sennett frente a la dominación del capitalismo flexible: el relato, la utilidad y el espíritu artesanal. Una reconfiguración de los sindicatos de forma que estén presentes en las vidas de los trabajadores flexibilizados y precarios, proporcionándoles ayuda y una forma de dar sentido a sus vidas fragmentadas. Una especie de salario a aquellos que hacen un trabajo que el capitalismo flexible está marginando: el cuidado de los enfermos, ancianos y niños. Proporcionar un relato, una forma de organizar el tiempo de la vida personal.
Hay algo que está muy claro: el nuevo capitalismo es inevitable, al menos por el momento. Ese es el mensaje del autor. Sus propuestas son interesantes, lúcidas, buenas, bienintencionadas. Laureado y premiado, resulta una ironía que los mismos que le galardonaron en el año 2008 (el premio de la fundación Gerda Henkel en Düsseldorf, dotado con €100,000) quizá imaginaban o veían el tsunami que ha arrasado el mundo. Sé que esta última frase es algo cómica, no lo sé; a lo mejor tiene demasiada mala leche.
La obra es extremadamente útil introducción a los neófitos en las transformaciones del capitalismo en el siglo XX. El autor es prudente y cauteloso, e incluso en un momento - página 80 - argumenta que aquellos que trabajan en sweatshops en el tercer mundo no pueden ser calificados únicamente como víctimas: quizás se arrepienta de esta frase si se ha enterado de la tragedia en Bangladesh. Pero es injusto juzgar a un autor únicamente por una frase. Las conferencias son interesantes, profundas. De nuevo, sin embargo, el que esto escribe no puede dejar de pensar que para R. Sennett el mundo es como el mundo en el que R. Sennett vive. No es así. Además la crisis actual destruye gran parte de los planteamientos: el régimen de dominación amorfa no era suficiente para el capitalismo de casino: había que desmontar lo que quedaba Estado. ¿Podía imaginarse lo que se venía encima?
No sé cual es su posición ante lo que está pasando. No parece muy contento, según comentaba en una entrevista reciente [aquí] sobre su libro de artesanía (con reflexiones sobre el corazón y la mano, que recuerdan a la película Metropolis, a su maestra H. Arendt). El nuevo capitalismo, dijo, "es hostil a la vida", pero afirma que no se puede volver atrás, ni al capitalismo burocrático del pasado. Según comenta, él mismo quiere volver a tocar el violoncelo.
La transformación de este capitalismo de casino, depredador y destructivo parece una tarea imposible. Por el momento, lo único que se está intentando es detener la destrucción, sin mucho éxito. La esperanza, para quien esto escribe, es que no cesen esos intentos. Por el momento, no cabe otra alternativa. Hay historias que no son negociables.
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