Leviatán teje un misterio lleno de trampas, planteando la imposibilidad de hacer una única interpretación sobre la transformación de Ben desde la literatura comprometida y el periodismo crítico al activismo ponedor de bombas. Ni siquiera hay un proceso lineal, aunque la misma novela sea el intento de reconstrucción de varias biografías entrelazadas: Capítulo 3 y llegada de Reagan al poder en USA. Benjamin Sachs, dedicado a escribir artículos de crítica cultural, ve su posición en el campo cultural amenazada: pierde atención del público y, poco a poco, la seguridad en sí mismo, la energía. Se le descargan las pilas, diría Randall Collins. "Es difícil calcular la medida exacta de la decepción de Sachs", comenta Peter Aaron, el cronista, quien intenta reactivarlo, insertarlo de nuevo en la red, hacerle "recobrar su autoestima" ante los lamentos de aquel: "Toda mi vida ha sido un desperdicio, una estúpida bromita, una lamentable cadena de pequeños fraca
Abre cien ojos, clava cien retinas, / esclavo siempre de los pavimentos (Alberti)