"Múdate a una ciudad pequeña, donde aún haya leyes. Este lugar se ha convertido en tierra de lobos y tú no eres un lobo". Esto le dice el sicario a la protagonista en la escena final de la película. La joven, una agente del FBI, simplemente está ahí para firmar un papel en el que se dice que es completamente legal lo ilegal: la violencia extrema generada por los comandos contra los carteles de la droga, y el hecho de que un "sicario" coordinado con los comandos y la CIA sea en realidad un asesino a sueldo del cartel colombiano.
Es transparente la reminiscencia al dicho romano, "el hombre es un lobo para el hombre", que Th. Hobbes hizo suyo para la imagen del monstruo del Estado, el Leviathan, un gigante que nos proteja de nuestra naturaleza predadora.
"No eres un lobo", parece una contraseña superyoica, por tanto despreciativa, impostora de una Norma, en este caso neoliberal, ultraconservadora. Pero la imagen propuesta es engañosa.
El filme retrata el intento del Estado de imponer orden al imperio de la violencia extrema de los cárteles. Se usa la ilegalidad para acabar con la ilegalidad, pero el final de la película, ya comentado, lo desmiente. Parece que se nos dice: ¿Puede imponerse una forma de orden al caos? Y las escenas finales retratan la muerte en un túnel de la droga situado en un desierto. Antes de ser ajusticiado junto a su familia por el sicario a sueldo de la CIA, el jefe del cártel le espeta: "¿Crees que los que te han enviado son mejores que nosotros? ¿De quién piensas que nosotros aprendimos?". La verdad es atroz y al espectador solo le dejan a elegir entre dos formas de violencia.
Fuera de nuestro mundo occidental capitalista, solo permanece desatada la violencia, la guerra perpetua y la criminalización de la lucha de clases. Ni siquiera parece posible regresar al caos controlado del capitalismo anterior. Dos mundos separados por un muro, de los cuales uno carece de Estado, y el otro usa el Estado para extender la violencia, intentando controlar la desregulación de la violencia. Una película moralmente inaceptable, porque el mundo en el que vivimos es moralmente inaceptable. La podredumbre impregna incluso, aunque sea por la fuerza, a los que la detestan. La lógica del absurdo, la sublimación de la sublimación.
¿Quiénes son los sicarios, en realidad? "No eres un lobo". Un mito ideológico: porque los lobos-animales son criaturas que, en el mundo real, cooperan entre ellos, cuidan de los más jóvenes, de los enfermos. La imagen de un Benicio del Toro cuya venganza es usada por las tramas ilegales del Estado capitalista para contener la violencia es simplemente una manipulación. No hay romanticismo ni atracción irracional en la estética del individualismo nietzscheano, el del "Lobo estepario". La violencia del llamado Tercer Mundo, ese basurero social que es México, o Colombia, ha sido creada por las políticas imperialistas de Estados Unidos. Eso es lo que la película oculta, pero, al mismo tiempo, muestra. La película, en la caverna de sombras de las escenas finales, alude y elude a la conexión entre la violencia de la CIA, la explotación de los emigrantes y la dominación de los cárteles de la droga. No es una cuestión de víctimas y verdugos. Es el sistema-mundo del capitalismo contemporáneo, que quiere desregular y tasar las vidas y los cuerpos para construir una biopolítica total. En ello están implicados asimismo millones de sus esclavos. No hay dominación sin aquiescencia. También es cierto que la sumisión absoluta genera resignación. La "Bestia", Ciudad Juárez, ha sido separada de nosotros por un muro de cemento y acero. Pero sus cimientos están atravesados por túneles cuyos pasillos llegan hasta la Casa Blanca. Fuera de nuestro mundo occidental capitalista, solo permanece desatada la violencia, la guerra perpetua y la criminalización de la lucha de clases. Ni siquiera parece posible regresar al caos controlado del capitalismo anterior. Dos mundos separados por un muro, de los cuales uno carece de Estado, y el otro usa el Estado para extender la violencia, intentando controlar la desregulación de la violencia. Una película moralmente inaceptable, porque el mundo en el que vivimos es moralmente inaceptable. La podredumbre impregna incluso, aunque sea por la fuerza, a los que la detestan. La lógica del absurdo, la sublimación de la sublimación.
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