Patočka,
Jan (1947, 1991), Sókratés. Přednášky z antické filosofie. Státní pedagogické nakladatelství.
Antonio Tovar, Vida de Sócrates (1947,
1952, 1966 y 1984). Revista de Occidente, Alianza Editorial.
(Notas de lectura; parte de un trabajo en curso dentro del
proyecto
I+D: «La recepción de la filosofía grecorromana en la
filosofía y las ciencias humanas en Francia y España desde 1980 hasta la
actualidad» FFI2014-53792-R (2015-2017).)
1
Encontré este libro por casualidad, y de él me atrajo, no
sólo el hecho de que apareciera por primera vez en 1947, el año que Antonio
Tovar publicaba la primera edic. de su Vida de Sócrates, pero
también el que su autor - del que sólo conocía su nombre - fuera un filósofo
checo procedente de la fenomenología,
disidente. Me preguntaba qué podría haber en común entre ellos, qué figura
fantasmática imaginaban de Sócrates, cuáles eran sus objetivos teóricos, si
había un conocimiento "científico", "histórico", etcétera.
Sókratés. Přednášky z antické filosofie [Sócrates.
Lecciones de filosofía antigua], apareció en 1947 y fue reeditado en 1991, tras
la revolución de terciopelo. Su autor, el filósofo checo Jan Patočka
(1907-1977) moriría, anciano, tras un interrogatorio de la STB. Patočka expresó
la intención de escribir un capítulo titulado “El complejo de Sócrates” [Sokratovský
komplex] para la segunda edición de 1968. No lo realizó, pues no aparecía
en la edición. ¿Se identificaba él mismo, como tantos otros tan diferentes,
Diderot en 1749, Charles Maurras (fundador de Action française) en
1948, con la tragedia del anciano filósofo ateniense que bebió la cicuta? La
metáfora sería acertada. ¿Identificaba el filósofo checo al Partido Comunista
checo o a los bolcheviques con el tribunal ateniense? Si fue así, flaco
servicio a la historia de la democracia. Porque el totalitarismo estalinista
poco tiene que ver con la antigua democracia de los atenienses. Buscando
respuestas me metí en el libro.
En mi lectura no encontré nada de eso. La política brilla
por su ausencia, y ello cuando fue la política, probablemente, la que mató a
Sócrates. Me sorprendía la total ausencia de la historia, en 1947, y me
preguntaba, igual que cuando leí el libro de Tovar, «¿de dónde sacaba esta
gente energía para olvidar la pesadilla de la guerra, de los campos de
exterminio, de la hecatombe?»
Antes de reflexionar sobre la obra, es necesario comentarla
por encima, aunque sea en unas "notas rápidas".
2
El filósofo praguense fue estudiante de Jan Kozák
(1888-1974; profesor de historia de la filosofía, teólogo, algo sacerdotal e
incluso político). Becario de la fundación Humboldt, acabó por conocer a
Husserl y Heidegger, con los que estudiaría y en cuyos círculos conocerá a su
muy amigo, Eugen Fink (1905-1975), casi de su misma edad, asistente de
Husserl, luego colaborador con Heidegger en sus últimos seminarios.
El Sócrates de Patočka parece una lectura cristiana del de Alopeke, pero sin
cristianismo. Se siente lo mismo que cuando se lee los profetas de la
autenticidad. El praguense hace de Sócrates un santo iluminado, filosófo puro,
cuyas cuestiones contienen in nuce lo que serán las
preocupaciones fundamentales de la filosofía occidental: religión, moral,
muerte. Más abajo desarrollaremos esto. A diferencia de Tovar, no hace del
ateniense un dialéctico tradicionalista, patriota y pre-cristiano.
Patočka
comienza (como Tovar) por «el problema del Sócrates objetivo» por el problema
filológico: si Jenofonte o Platón; es la "cuestión socrática". Conoce
las fuentes principales y reconoce que no hay solución. Un extremo
intento, hiperfilológico, conduce a un escepticismo extremo - dice bien. Tras
mostrar conocimiento del tema, pasa a lo que le interesa: ¿qué es lo que
nos habla a nosotros, que llega hasta el presente de aquello, de Sócrates?
En primer lugar, ¿no necesitamos profundamente el
símbolo-Sócrates, el símbolo humano y metafísico de la libertad? Se transmitió
desde Ficino, Erasmo, la imagen de un Sócrates-Cristo, "typus salvatoris
nostri". Cada siglo hace un Sócrates a su manera, y así, el renacimiento y
el XVIII nos lo hacen un ilustrado. Y el ilustrado por excelencia.
Las interpretaciones de Hegel, Kierkegaard y Nietzsche le
servirán de hilos conductores e el resto
del libro. Hegel (d-)escribe el conflicto Sócrates-Antígona
frente al Estado: la comunidad no tiene toda la verdad, tampoco Sócrates, sino
el futuro, que está entre ambos. Un conflicto parecido sigue existiendo, un
conflicto entre la razón interior y exterior, entre la razón del individuo que
filosofa y la razón social.
Kierkegaard (pp. 23-24) consideró la filosofía
subjetiva socrática como insuficiente, si bien valoró al ateniense
como filósofo de la ironía y la dialéctica, la ironía como
defensa de la «pasión ética» (etické
vášně), defensa de la persona interior frente a la exterior, en básica
auto-ironía.
Nietzsche lo odió, por negar la vida.
Lo fundamental que destaca Patočka es la cuestión de la moral y la
formación de la persona.
En otros lugares se dedicará a cuestiones históricas: la tragedia ateniense, el
pensamiento griego. Continuamente aparece la expresión "ilustración
griega" (řeckém osvícenství),
algo que comparte con los alemanes, con Tovar y que será un lugar común en la
visión vulgarizada de la historia de la filosofía griega. Apenas habla de la
democracia, y cuando lo hace (para el proceso menciona a Burckhardt)
muestra un gran desconocimiento, cayendo alguna vez en el tópico de "la
masa".
Lo que le interesa a Patočka son problemas filosóficos, empezando por el Protágoras.
3 Cuidado de sí y logos. Despertar el saber de la
ignorancia.
La cuestión
de Sócrates y su método es el problema moral (mravní problém), la necesidad del "cuidado de sí" (péče o duši) y la búsqueda de la fronésis, que es
"praktická moudrost",
sabiduría práctica. Su método es el dialéctico, elenktikou, el despertar del saber del
no saber o el despertar del saber de la ignorancia (vědění nevědění). (Debo reconocer que esta
expresión si me llegó, no sé si por recordarme al psicoanálisis, aunque hay
algo de mística de la autenticidad.)
La persona sedienta de areté, de
"habilidad" o "competencia" (zdatnost), sabrá que no
encontrará respuestas, pero permanecerá fiel al objetivo de la búsqueda.
Frente a frente con los dioses, Sócrates, símbolo de la libertad espiritual y
buscador de la problematicidad, recomienda una actitud expectante ante la
verdad: esta es una relación interior absolutamente, una pasión ética („etická vášeň“), la verdad está dada, solo nos acordámos de ella.
Sócrates no rechaza la mirada antropocéntrica de los
sofistas, pero la desarrolla y perfecciona. Es defensor de los valores
clásicos, morales y políticos, frente al relativismo e individualismo sofista y
la ley del más fuerte (Trasímaco), y su búsqueda es la de una forma de vida
justa. La búsqueda del bien carece de respuesta positiva, con contenido.
"Conócete a ti mismo" es la consigna. Para el autoconocimiento es
necesaria la confrontacón de argumentos, preguntas y respuestas, y una gran
capacidad de ironía. Alcanzar la virtud (areté), el conocimiento del
objetivo último, lleva a una vida inevitablemente feliz y buena.
4 Areté a
blaženost (virtud y dicha).
Martha Nussbaum traducía eudaimonía como
"flourishing life", la vida que florece, con sentido.
"Blaženost" es beatitud, dicha, sentimiento de felicidad.
"Dicha" podría ser la traducción del término que usa el filósofo de
Praga. "Bienaventurados" es lo que tienta traducir.
El bien absoluto, mantiene J. Patočka, es inalcanzable, pero ello no
significa que no se sepa diferenciar el bien del mal (dobré a zlé). Dado
que el praguense, probablemente,
escribía para muchos públicos (y que empezó a estudiar con un teólogo),
el lenguaje suena ya aquí demasiado familiar a los que tuvimos una educación
católica. Por eso lo deja claro: Areté no es un homenaje al
sentido cristiano de la palabra, no es una vía a la ascesis, a un
empobrecimiento de la vida - justamente criticado por Nietzsche. Areté es
búsqueda de la plenitud de la vida, pero sin que la persona se
"ahogue" en los placeres de la vida. La virtud es
"habilidad" (zdatnost) de lo que llena la cosa y lo que realiza su
obra propia: la virtud humana es la virtud del alma, lo que tiene capacidad de
ocuparse y sopesar lo que sabe del bien y del mal, lo que responde al conjunto
del sentido de la vida.
"El sentido de la vida". Como en Monty
Python's The Meaning of Life (1983), ¿cómo es posible pensar en esto
después de Auschwitz? Quizás precisamente. La valentía de este filósofo
consistió en invocar la necesidad de una ética en los tiempos oscuros: y una ética
despolitizada.
Alcanzar la areté transforma el acceso
individual a la realidad, a los tres puntos nodales de la vida moral: la
persona que alcanzó la virtud se relaciona de otra forma (jinak) con los
dioses, con el común (obci) y con la muerte.
Piedad o religiosidad (zbožnost), justicia (spravedlnost),
armonía. Del bien solo procede el bien, y si hay competencia para la justicia,
es imposible llegar a dañar a nadie, porque el que sabe lo que está mal no lo
comete (cuánto que discutir en algo tan aparentemente ingenuo, estando el camino al infierno lleno de tantas
buenas intenciones...). Para ello, explica el filósofo checo, es
importante liberarse del miedo a la muerte, para poder perseverar en el
objetivo, la dicha (blaženost),
cuidado del alma (starost o duši),
en lo que consiste en el sentido de la vida.
5 Sócrates y la nada
No hay saber. Lo que hay es el impacto de una quemante
inseguridad: el vacío. Eso es lo que se descubre. Frente a este vacío, se alza
la elenktika de Sócrates. Ese vacío es la cuestión
socrática: su enseñanza es preguntarse por el bien. En la nada, la persona
construye su propia concepción, su búsqueda, la hace en su propia historicidad.
La existencia es, por tanto, una ironía, como el propio
método del de Alopeke: la ironía como fuerza pedagógica, educadora (pedagogická, výchovná síla), distancia
y revelación, rechazo y atracción, acompañamiento de la investigación:
"Ironie je dialektická i
sama v sobě, tím, že distancuje a
odhaluje, že odpuzuje a přitahuje zároveň, nejenom tím, že doprovází elenchos".
¿Balance?
Las preocupaciones son similares a la de los
"existencialismos" contemporáneos: búsqueda del sentido, creación de
una ética trascendental no-kantiana, constantación de la "nada"
existencial (las reflexiones sobre la "nada" socrática suenan
familiares), el intento de dar solidez a la noción de "alma" en el
mundo moderno tecnificado, y otros temas. Insisto en la
"despolitización" de la ética (a diferencia de Sartre, o del Heidegger
nazi).
Hablar después de la guerra en Centroeuropa este lenguaje:
libertad, ética, bien-mal, ironía, vacío, implicaba un precio. Jan Patočka habría de sufrir en sus propio
cuerpo la imposibilidad de una
búsqueda del significado de libertad en condiciones de libertad. En
1948, unas elecciones, y un golpe de Estado, introdujeron en su país los
últimos estertores del estalinismo. 20 años después soñaba con escribir
"el complejo de Sócrates", pero no lo hizo. Leídas las
"lecciones de filosofía antigua - Sócrates", no se entienden los abusos
y torturas a alguien que habla del bien y del mal y del ser humano y de la
nada. Si se quiere otro mundo, si "otro mundo es posible", deberá
partir de la total libertad de expresión y de ideas, de la autonomía creativa,
científica, filosófica.
El texto de Patočka es
un apoyo más a la idea
bourdeyana de que, a más autonomía, más efectos políticos. La misión del
intelectual es más efectiva cuanto más desinteresada. Es, digamos (en términos
kantianos que querría discutir con algún marxista), un interés desinteresado.
Porque, en el ámbito del fascismo, Tovar inventó un Sócrates
cristiano y patriota, casi joseantoniano. Un Sócrates soñado en las llamas de
un mundo en devastación. Lamentablemente, el nacional-catolicismo introdujo en
sus aulas esas visiones, entre religiosas y nacionales, que tanto se alejan del
Sócrates de Patočka, que
busca a tientas en la nada el
significado del bien y del mal, de la vida feliz.
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